TV3 es la gran menjadora [comedero] de todos aquellos empresarios audiovisuales ‘patriotas’ dispuestos a extender las ideas separatistas, y de paso mejorar su cuenta de resultados a costa de los impuestos de todos los catalanes. Por ejemplo, en 2020 la productora de Jaume Roures, Mediapro, facturó 8,3 millones a los medios de la Generalitat. Y Minòria Absoluta, dirigida por el ‘patriota’ Toni Soler, ese mismo año tuvo contratos por valor de 4,8 millones.
La productora de Soler ha superado los 6 millones de euros de facturación anual en varias ocasiones. Y en los últimos años se han incorporado nuevos contratistas del orbe secesionista, como Abacus, del omnipresente Oriol Soler. El total que se gastó la CCMA en producción externa rondó los 50 millones en 2020, cuando los medios públicos catalanes cuentan con unos 2.300 trabajadores, más que Tele 5 y Antena 3 juntos.
El presupuesto que, en principio, la Generalitat destinó a la CCMA en el 2020 era de 240 millones de euros, pero la directora de este ente que dirige la radio y la televisión pública, Núria Llorach, avisó desde el primer momento que era “insuficiente”. Y durante el 2020 recibió otras inyecciones de dinero público, siendo la más escandalosa los 15,5 millones de euros que la Generalitat destinó de los fondos destinados a paliar los efectos del COVID. En 2024 la aportación a la CCMA superó los 300 millones de euros.
Pero TV3 no solo es la maquinaria de reparto de dádivas en formas de encargos audiovisuales para los productores ‘patriotas’. Esta televisión es, sobre todo, el gran galvanizador de la opinión pública separatista. De ahí que cada vez que un líder constitucionalista sale en la pantalla de esta cadena las redes sociales se llenan de comentarios de espectadores independentistas indignados porque un ‘mal catalán’, ‘colono, ‘facha’ y ‘español’ se dedica a ‘mancillar’ el plató de la televisión de la Generalidad con su presencia.
Uno de los casos más sonados fue el del escritor Javier Cercas, que por acudir al FAQS, el programa fetiche de los independentistas más radicales, fue linchado en redes sociales y no solo por locos anónimos, también por diputados de la mayoría secesionista del Parlament, como Cristina Casol o Aurora Madaula (Junts).
Hará falta, al menos, dos generaciones de catalanes para recuperar TV3 como servicio público. Porque la degeneración de la cadena se ha producido con la complicidad activa de muchos de sus empleados, y el silencio del resto. Los trabajadores de esa casa han callado mucho, y solo han elevado la voz en muy contadas ocasiones. Por eso tendrán que pasar décadas desde el momento que se ponga el contador a cero, cuando esta televisión deje de ser un pozo de propaganda e intente convertirse en una herramienta al servicio de todos los catalanes. Cuando eso ocurra, y si se hacen las cosas bien, igual algún día olvidamos la misión fundacional y para lo que ha servido TV3 a lo largo de su historia.
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